Análisis. ¿Qué ocurrió, qué se dijo, y qué se espera?
La noticia
de la semana
de la semana
La Iglesia Católica es experta en derribar muros, reavivar la fe y unir a los pueblos. Lo señala la historia… Y las nuevas páginas que recién escribe el Papa así lo demuestran. Una clara señal de la frescura juvenil, la hermosa primavera que vive la Iglesia, se reitera con la histórica visita del Peregrino de la Paz a Tierra Santa. Y es que la profundidad su mensaje, su poder moral, y la pureza misma de la fuerza que irradia de lo alto, cual Vicario de Cristo, siguen siendo tan puros y elevados, que no ha habido argumento alguno que logre desacreditarlo.
Líder judío conmovido…
Como era de esperarse, la visita, calificada de político-religiosa, y analizada por miles de rotativos y expertos en todo el planeta, hallaría grandes piedras y obstáculos en el camino. No obstante, pudo más el bien, cuyo brillo terminó eclipsando hasta a los más escépticos. A las pruebas me remito: quienes aún daban crédito a la supuesta decepción de los judíos ante el mensaje de Benedicto contra el Holocausto, “porque no lloró”, quedaron impactados durante la despedida del Papa, cuando en un hecho sin precedentes, al mismísimo Shimon Peres –presidente del Estado de Israel- se le quebró la voz y terminó su saludo con un: “Shalom, Santidad, Dios le bendiga”, mientras conmovido sostenía las manos del Pontífice.
¡No más derramamiento de sangre!
También quedará grabado para siempre el instante en el que juntos sembraron una planta de olivo, por el profundo significado que del espontáneo gesto se desprende. Hermanos que no siempre se han comprendido se reconciliaron, recordando que son ramas de un mismo árbol, que comparten las mismas raíces.
¡No más derramamiento de sangre, no más luchas, no más terror en esta Tierra Santa y en el mundo entero!, clamó el Papa desde el mismo sitio donde nació Nuestro Señor Jesucristo. Una multitudinaria Misa, incluso con mayor asistencia de la que alcanzó en su momento el Siervo de Dios Juan Pablo II, llevó a cabo en el lugar donde intentaran lanzar a Jesús al Precipicio. Desde allí, dando ejemplo de humildad y total sabiduría, levantaría las manos de un musulmán y un rabino, para decirle al mundo que no hay excusa para alcanzar la paz.
“Hay lugar para todos”
Es terreno fértil para el diálogo interreligioso, dijo, en una región donde la minoría cristiana apenas alcanza el 2%. Le rindieron honores de jefe de Estado superiores a los recibidos por cualquier otro mandatario, aunque la que dirige es la nación más pequeña del mundo. ¿La razón? ¡La esperanza! Guiado por el Espíritu Santo, su palabra halló eco en los sedientos corazones de reyes, príncipes y dignatarios; fue y seguirá siendo una lámpara que se eleva desde lo alto, porque la gente desea escucharlo. Su mensaje es claro: el amor de Cristo. Y su fórmula para acabar con el círculo vicioso del odio en un conflicto histórico, tan complejo como lo es el palestino-israelí, fue simple, como la sabia decisión salomónica cuando dos damas peleaban por el mismo hijo… “Aquí hay lugar para todos”.
Habló el hermano mayor
Recriminó lo que tenía que recriminar, sin temor alguno. Habló claro, como ningún otro, y selló su mensaje hablando desde el corazón: Ambos son mis amigos, y como amigos que son me duele lo que les pasa. Teniendo la atención de los dos, como hermanos que callan mientras escuchan al mayor, les garantizó sus oraciones porque la paz sea no un sueño sino una realidad tangible y duradera. Ésa es, sin duda alguna: La noticia de la semana.
Queda de nuestra parte mantener constante la oración, perseverar en la acción que lleva al bien común desde la fe; compartir con todos, el mensaje que privilegiadamente conocemos: Dios vive y ha venido para salvarnos. La paz es más fuerte que el odio y estamos llamados a difundirla como semilla que germina y da fruto. El que calla otorga y hoy más que nunca estamos llamados a hablar bien alto.
“La noticia de la semana” – Premio Mons. Tomás Antonio Sanmiguel 2009
Líder judío conmovido…
Como era de esperarse, la visita, calificada de político-religiosa, y analizada por miles de rotativos y expertos en todo el planeta, hallaría grandes piedras y obstáculos en el camino. No obstante, pudo más el bien, cuyo brillo terminó eclipsando hasta a los más escépticos. A las pruebas me remito: quienes aún daban crédito a la supuesta decepción de los judíos ante el mensaje de Benedicto contra el Holocausto, “porque no lloró”, quedaron impactados durante la despedida del Papa, cuando en un hecho sin precedentes, al mismísimo Shimon Peres –presidente del Estado de Israel- se le quebró la voz y terminó su saludo con un: “Shalom, Santidad, Dios le bendiga”, mientras conmovido sostenía las manos del Pontífice.
¡No más derramamiento de sangre!
También quedará grabado para siempre el instante en el que juntos sembraron una planta de olivo, por el profundo significado que del espontáneo gesto se desprende. Hermanos que no siempre se han comprendido se reconciliaron, recordando que son ramas de un mismo árbol, que comparten las mismas raíces.
¡No más derramamiento de sangre, no más luchas, no más terror en esta Tierra Santa y en el mundo entero!, clamó el Papa desde el mismo sitio donde nació Nuestro Señor Jesucristo. Una multitudinaria Misa, incluso con mayor asistencia de la que alcanzó en su momento el Siervo de Dios Juan Pablo II, llevó a cabo en el lugar donde intentaran lanzar a Jesús al Precipicio. Desde allí, dando ejemplo de humildad y total sabiduría, levantaría las manos de un musulmán y un rabino, para decirle al mundo que no hay excusa para alcanzar la paz.
“Hay lugar para todos”
Es terreno fértil para el diálogo interreligioso, dijo, en una región donde la minoría cristiana apenas alcanza el 2%. Le rindieron honores de jefe de Estado superiores a los recibidos por cualquier otro mandatario, aunque la que dirige es la nación más pequeña del mundo. ¿La razón? ¡La esperanza! Guiado por el Espíritu Santo, su palabra halló eco en los sedientos corazones de reyes, príncipes y dignatarios; fue y seguirá siendo una lámpara que se eleva desde lo alto, porque la gente desea escucharlo. Su mensaje es claro: el amor de Cristo. Y su fórmula para acabar con el círculo vicioso del odio en un conflicto histórico, tan complejo como lo es el palestino-israelí, fue simple, como la sabia decisión salomónica cuando dos damas peleaban por el mismo hijo… “Aquí hay lugar para todos”.
Habló el hermano mayor
Recriminó lo que tenía que recriminar, sin temor alguno. Habló claro, como ningún otro, y selló su mensaje hablando desde el corazón: Ambos son mis amigos, y como amigos que son me duele lo que les pasa. Teniendo la atención de los dos, como hermanos que callan mientras escuchan al mayor, les garantizó sus oraciones porque la paz sea no un sueño sino una realidad tangible y duradera. Ésa es, sin duda alguna: La noticia de la semana.
Queda de nuestra parte mantener constante la oración, perseverar en la acción que lleva al bien común desde la fe; compartir con todos, el mensaje que privilegiadamente conocemos: Dios vive y ha venido para salvarnos. La paz es más fuerte que el odio y estamos llamados a difundirla como semilla que germina y da fruto. El que calla otorga y hoy más que nunca estamos llamados a hablar bien alto.
“La noticia de la semana” – Premio Mons. Tomás Antonio Sanmiguel 2009
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