¿Hasta cuándo tanta avaricia?
MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES | EL UNIVERSAL
miércoles 16 de marzo de 2011 01:31 PM
Con mucha razón la avaricia es un pecado capital, porque hay personas que para llegar a tener más y más y más... son capaces de Cualquier Cosa (así, en mayúscula). Y a veces uno se pregunta: ¿Para qué carrizo quieren tener tanto dinero si se ha comprobado, a lo largo de la historia, que el dinero no es el que da la verdadera felicidad? Será que los avariciosos nunca han visto esas noticias de "famosos y ricos" que viven en una eterna depresión, y ni hablar de sus vicios, drogas, etc.
También están los tristes casos donde estafadores de "cuello blanco" robaron a un gentío y terminaron tras las rejas con condenas hasta por más de 50 años. Uno de ellos, estando preso, vivió el lamentable suicidio de su hijo mayor después que se enteró cómo había hecho la fortuna "el famoso" de su padre. Total, que esa vida de supuesta felicidad se les acabó en un segundo.
La codicia por el dinero ha llegado a un límite tan grave que existen personas que juegan al alza de los precios de alimentos en la Bolsa, sin importarles que eso traiga como consecuencia la muerte por hambre de miles de personas. Existen mercaderes de armas a quienes les benefician las guerras porque ese es su "gran negocio".
Pero ¿cómo podemos acabar con tanta avaricia? Eso lo lograremos el día que pongamos el dinero en el lugar que tiene que estar. Ni más ni menos. El dinero es un instrumento que nos ayuda a vivir dignamente (eso no significa lujosamente) y que si por milagro nos sobra es para ahorrarlo para nuestra vejez o para ayudar a quien más lo necesite.
Ustedes me dirán: es que los medios nos meten por todas partes que lo material es lo que me hace feliz; todas esas revistas nos enseñan mansiones, yates, fiestas, trajes de marca, viajes, etc., y ahora hasta hay programas de Tv que nos muestran cómo es la vida de los multimillonarios y de sus "ricos" bebés. Bueno, ese es uno de los puntos. En cualquier familia venezolana, con cuatro dedos de frente, no podemos darnos el lujo (a estas alturas de nuestra historia y de como está el país) de vivir encerrados en una ilusión de revista o de película.
La avaricia la vamos a acabar cuando vivamos verdaderamente el desprendimiento material; cuando nos importe "un comino" el yate de fulanito, el avión de zutanito, el "BB" de menganito o el carro de perencejito. Acabaremos con la avaricia el día que pongamos a Dios en primer lugar en nuestra vida, porque "no se puede servir a Dios y al dinero"; y se lo transmitamos a nuestros hijos con el ejemplo y no sólo con las palabras. Acabaremos con la avaricia cuando enseñemos a todo quien tengamos al lado que el dinero se gana con el sudor de la frente y no "de la noche a la mañana" en un negocio deshonesto.
Acabaremos con la avaricia cuando eduquemos una generación que sepa que lo que vale es lo que son y no lo que tienen. Acabaremos con la avaricia el día que dejemos de complacer todos los caprichos de nuestros hijos. ¿Cuántos de nosotros no hemos conocido "mini-tiranos" que manipulan a sus padres "hábilmente" hasta que consiguen lo que quieren? Es por ahí por donde se empieza a desarrollar la avaricia, entre otros defectos. Muchas veces los padres creen que la felicidad de sus hijos depende de las cosas que les den y no se han dado cuenta que para ellos lo más importante es la cantidad y calidad de tiempo que pasen juntos. ¡Ese tiempo único para ayudarlos y verlos crecer, para que de repente no se encuentren con un adulto desconocido!
Ojalá todas las familias de Venezuela, y del mundo, pudieran vivir como la inmensa mayoría de esos padres y abuelos "de antaño" que sudaron cada medio que ganaron, que midieron cada puya que gastaron, y que siempre estaban ahí dispuestos a ayudar a quien los necesitara. Y todo eso en un hogar sencillo, feliz, oloroso a valores, a entrega y a mucha fe. ¡Sólo así se pondrá fin a tanta avaricia!
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
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